En Castilla-La Mancha 2021 está siendo un buen año para el sector de la vivienda. El balance de las hipotecas sobre viviendas firmadas en los nueve primeros meses refleja un incremento del 35,6% respecto al mismo periodo de 2020 y del 17% con respecto al año previo a la crisis sanitaria.
De hecho, con 1.621 hipotecas constituidas en la región en el último mes recogido por el Instituto Nacional de Estadística, nos encontramos con el mejor dato de un mes de septiembre de los últimos 11 años, desde septiembre de 2010.
La tónica se repite en clave nacional, que registra un incremento del 57,7% anual en el número de hipotecas sobre viviendas inscritas en los registros de la propiedad.
El impulso de la vivienda se traslada también al capital. Tras la crisis de 2008 se endurecieron las condiciones para acceder a los créditos hipotecarios. El temor a una nueva burbuja y la desconfianza de los compradores limitó en gran medida el número de hipotecas y el importe de las mismas. Si bien las entidades mantienen por lo general unos estándares elevados para el acceso al crédito hipotecario, se han relajado algunas medidas que, sumadas a un mayor ahorro de las familias durante los meses de encierro, han impulsado el capital del mercado hipotecario.
De esta forma, en la Comunidad el capital hipotecario ascendió en septiembre a 166,369 millones de euros, nuevamente el mejor registro desde 2010.
En los nueve primeros meses del año la región acumula un capital hipotecario de casi 1.200 millones de euros (1.199,725), un 47% más que en el mismo periodo de 2020 y un 28,3% más que en 2019.
Lo cierto es que a lo largo del último año todo han sido números verdes para un sector al alza, que crece sin prisa, pero sin pausa y que, para algunas zonas de España, como es el caso de Castilla-La Mancha, se está convirtiendo en el motor económico de la recuperación post-covid.
No obstante, en el horizonte está la sombra de la amenaza del desabastecimiento. La crisis energética que ha llevado los precios de los combustibles, el gas y la electricidad a cifras de récord, ha obligado a numerosas industrias que suministran a la construcción a paralizar o limitar su producción y subir precios. Este es el caso de los fabricantes de tejas y ladrillos, que tras ver sus costes multiplicados por 300 como consecuencia de la subida del precio del gas ven inviable continuar su actividad con normalidad a largo plazo si la situación se mantiene.
A esto se suma el desabastecimiento de diversos productos a nivel internacional como el acero y la crisis de los transportes provocada por los cuellos de botella.
Una situación de exceso de demanda y escasez de materias, que está tirando al alza de los precios y que tendrá repercusiones directas sobre el coste de la construcción de nuevas viviendas.